«Yo lo compro afuera». Una frase a veces oída en labios del comprador o inversionista de fábrica, que en su acertada tarea de recortar costos, se apoya en la especificación técnica del presupuesto del proveedor local, y la usa para identificar y ubicar la misma solución con un proveedor internacional, dejando por fuera a su coterráneo representante autorizado de la marca, que a pesar de haberle hecho la tarea va a perder la venta que pagaría su labor de investigación y adaptación de la solución.
Pero… ¿quién pierde?, ¿ahorramos realmente al saltar al distribuidor certificado y autorizado por su fabricante para atendernos en nuestra zona?